Donde más cigarros he fumado

Dirección artística. Creatividad
Branding
Diseño gráfico
Diseño web

Probé el tabaco por primera vez en la Complu, cuando estudiaba diseño. No por rebeldía ni por seguir modas, sino porque el humo quedaba bien con la estética de estudiante de artes: ojeras, café y existencialismo.

Mi primer paquete lo compré en Reino Unido. No elegí por sabor, elegí por packaging. Probé varios hasta encontrar uno que combinara con mi paleta cromática (spoiler: ninguno, pero insistí igual).

En LA DESPENSA empecé como fumadora social… aunque lo de “social” me duró menos que un cigarro bajo la lluvia. En SOOAK, una agencia de diseño y branding, ya era fumadora con portfolio.

Después, en Ogilvy Health, me pasé al tabaco de liar. Sí, lo sé, la ironía es tan evidente que casi merecía un premio a mejor copy de humor negro. Aprendí el arte de liar —pero no cigarrillos, sino a mis compañeros para salir a la puerta— y entre caladas y charlas, salieron grandes ideas (y alguna tos).

Durante la cuarentena, con la fusión de la agencia en VMLY&R, pasé a los cigarros virtuales. Humo no había, pero el estrés se vapeaba solo. Ahí decidí que quizá era momento de reducir la nicotina y aumentar las pausas de respiración profunda… o al menos intentarlo.

Más tarde, en Grow, volví a fumar un poco, aunque esta vez con más estilo y menos culpa: descubrí que la inspiración también llega sin humo (aunque a veces tarda más).

Mi vida creativa siempre ha estado ligada al tabaco: hay cigarros que me han hecho ganar premios, amistades y alguna buena historia.
Y después de todo ese humo, literal y metafórico, volví a VML Health, donde actualmente trabajo, ya con menos nicotina pero con la creatividad igual de encendida.

Y como decía un buen amigo….

“De los fumadores podemos aprender la tolerancia, todavía no conozco a uno que se haya quejado de los no fumadores.” Alessandro Pertini